Para alcanzar en 2030 las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los países deben proteger los logros ya alcanzados y acelerar los esfuerzos por lograr una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos • A pesar de los acelerados avances en la última década, el mundo no logrará garantizar el acceso universal a una energía asequible, segura, sostenible y moderna antes de 2030 a menos que los esfuerzos se amplíen de manera significativa, según la última edición de Seguimiento del ODS 7: Informe sobre los avances en materia de energía (i) dado a conocer por el Organismo Internacional de Energía (OIE), la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD), el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con el documento, antes del inicio de la crisis provocada por la COVID-19 se habían conseguido logros importantes en varios aspectos del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7. Estos incluyen una reducción notable del número de personas que carecen de acceso a electricidad en todo el mundo, un aumento considerable de la energía renovable para la generación de electricidad y mejoras en el ámbito de la eficiencia energética. A pesar de estos avances, los esfuerzos mundiales siguen siendo insuficientes para alcanzar en 2030 las metas principales del ODS 7.
La cantidad de habitantes sin acceso a electricidad se redujo de 1200 millones en 2010 a 789 millones en 2018. No obstante, en virtud de las políticas entonces en vigor o previstas con anterioridad al inicio de la epidemia de COVID-19, se estima que 620 millones de personas seguirán sin tener luz eléctrica en 2030 y el 85 % de ellas vivían en África al sur del Sahara. Una de las metas del ODS 7 es garantizar, de aquí a 2030, el acceso universal a la electricidad.
Otros elementos importantes del ODS 7 siguen estando lejos de alcanzarse. En 2017, casi 3000 millones de personas continuaban sin tener acceso a formas no contaminantes para cocinar, principalmente en Asia y África al sur del Sahara. Esta paralización de los avances desde 2010 provoca millones de muertes anuales debido a que las personas deben respirar el humo originado por combustibles y tecnologías contaminantes que se usan para cocinar. La proporción de energía renovable en la combinación energética mundial apenas aumenta gradualmente, a pesar del rápido crecimiento de la energía eólica y solar para la generación de electricidad.
Se necesita un mayor crecimiento de las energías renovables en todos los sectores para acercarse a la meta del ODS 7, ya que los avances en las áreas de la calefacción y el transporte están muy rezagados con relación a su potencial. Tras los grandes logros alcanzados en materia de eficiencia energética en el mundo entre 2015 y 2016, el ritmo ha disminuido. La tasa de mejora debe acelerarse drásticamente, del 1,7 % en 2017 al 3 %, como mínimo, en los próximos años.
Para aumentar el ritmo de avances en todas las regiones y sectores se requerirá un compromiso político más firme, una planificación energética a largo plazo, un aumento del financiamiento público y privado, e incentivos normativos y fiscales adecuados para estimular un despliegue más rápido de las nuevas tecnologías. Es necesario hacer más hincapié en “no dejar a nadie atrás”, dada la gran proporción de la población sin acceso en las comunidades remotas, rurales, más pobres y vulnerables.
El informe de 2020 introduce el seguimiento de un nuevo indicador, el 7.A.1, sobre los flujos financieros internacionales hacia los países en desarrollo para apoyar las fuentes de energía no contaminante y renovable. Aunque los flujos totales se han duplicado desde 2010, alcanzando USD 21 400 millones en 2017, solo el 12 % llegó a los países menos adelantados, que son los que están más lejos de alcanzar las distintas metas del ODS 7.
La Comisión de Estadística de las Naciones Unidas encomendó a los cinco organismos responsables del informe la tarea de compilar y verificar los datos de los países, junto con los agregados regionales y mundiales, en relación con los avances realizados en la consecución de las metas del ODS 7. El documento proporciona a los encargados de formular políticas y los asociados para el desarrollo datos de carácter mundial, regional y nacional que permiten fundamentar las decisiones y determinar las prioridades para una recuperación sostenible de la epidemia de COVID-19 que permita aumentar la energía asequible, segura, sostenible y moderna. Esta labor de colaboración pone de relieve una vez más la importancia de contar con datos fiables que orienten la formulación de políticas, así como la oportunidad de mejorar la calidad de los datos mediante la cooperación internacional para seguir fortaleciendo las capacidades nacionales. Los organismos responsables del ODS 7 han remitido el informe al secretario general de las Naciones Unidas para que sirva de base del examen anual de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Aspectos destacados de las metas del ODS 7
Cabe señalar que las conclusiones del informe se basan en compilaciones internacionales de datos oficiales a nivel nacional hasta 2018, así como en el análisis de las tendencias y políticas recientes relacionadas con las metas del ODS 7.
Acceso a la electricidad: desde 2010, más de 1000 millones de personas han obtenido acceso a la electricidad. Como resultado, el 90 % de la población del planeta estaba conectado a una red eléctrica en 2018. Sin embargo, 789 millones de personas siguen viviendo sin electricidad y, a pesar de los rápidos avances conseguidos en los últimos años, parece poco probable que se cumpla la meta del ODS de garantizar el acceso universal para 2030, sobre todo si la pandemia de COVID-19 altera gravemente los esfuerzos en materia de electrificación. Además, persisten las disparidades regionales. América Latina y el Caribe, Asia oriental y Asia sudoriental se están acercando al acceso universal, pero África al sur del Sahara sigue rezagada, representando el 70 % del déficit mundial. Varios países de la región con gran déficit de acceso tienen tasas de electrificación que no están a la par del crecimiento de la población. Nigeria y la República Democrática del Congo tienen las mayores carencias, con 85 millones y 68 millones de personas sin acceso a electricidad, respectivamente. La India ocupa el tercer lugar, con 64 millones de personas sin acceso a electricidad, aunque la tasa de electrificación del país supera el crecimiento de la población. Entre los 20 países con mayores déficits de acceso, Bangladesh, Kenya y Uganda mostraron las mayores mejoras desde 2010, gracias a tasas de electrificación anuales superiores a 3,5 puntos porcentuales, impulsadas en gran medida por un enfoque integral que combinó soluciones de sistemas de iluminación solar con y sin conexión a la red y minirredes.
Formas de cocinar no contaminantes: casi 3000 millones de personas seguían sin tener acceso a combustibles y tecnologías no contaminantes para cocinar, principalmente en Asia y África al sur del Sahara. En el período de 2010 a 2018, los avances estuvieron en gran medida paralizados y, desde 2012, en algunos países la tasa de aumento del acceso a formas de cocinar limpias incluso se ha desacelerado, quedando a la zaga del crecimiento demográfico. Los 20 principales países que carecen de acceso a formas de cocinar no contaminantes representan el 82 % de la población mundial sin acceso entre 2014 y 2018. Esta carencia sigue teniendo graves consecuencias en materia de género, salud y clima, que afectan no solo el logro de la meta 7.1 del ODS 7, sino también los avances hacia la consecución de otros ODS conexos. Con las políticas adoptadas y por adoptar, 2300 millones de personas aún se verían privadas de acceso a combustibles y tecnologías limpias para cocinar en 2030. Es probable que la pandemia de COVID-19 aumente el número de mujeres y niños expuestos de manera prolongada a la contaminación atmosférica doméstica causada principalmente por el uso de carbón crudo, queroseno o los usos tradicionales de la biomasa para cocinar. Si no se actúa con prontitud, el mundo no alcanzará el objetivo del acceso universal a formas de cocinar no contaminantes, consiguiendo solo el 70 % de la meta prevista. En gran parte de dos regiones de Asia se logró un mayor acceso a formas de cocinar limpias. En Asia oriental y Asia sudoriental, entre 2010 y 2018, el número de personas que carecían de acceso se redujo de 1000 millones a 800 millones. En Asia central y Asia meridional también se mejoró el acceso a combustibles y tecnologías limpios para cocinar, y el número de personas sin acceso se redujo de 1110 millones a 1000 millones.
Energía renovable: la proporción de energía renovable en la combinación energética mundial llegó al 17,3 % del consumo final total de energía en 2017, frente al 17,2 % en 2016 y el 16,3 % en 2010. El consumo de energía renovable (+2,5 % en 2017) está aumentando más rápidamente que el consumo mundial de energía (+1,8 % en 2017), continuando una tendencia que se viene observando desde 2011. La mayor parte del crecimiento de la energía renovable se ha producido en el sector de la electricidad, gracias a la rápida expansión de la energía eólica y solar, que ha sido posible gracias al apoyo sostenido de las políticas y la disminución de los costos. Mientras, el uso de la energía renovable en la calefacción y el transporte se está quedando rezagado. El consumo de energía renovable deberá acelerarse en todos los sectores para alcanzar la meta 7.2 del ODS 7. Todavía no está claro cuál va a ser el impacto total de la crisis provocada por la COVID-19 en la energía renovable. La interrupción de las cadenas de suministro y otras áreas amenazan con retrasar el despliegue de la energía eólica y la energía solar fotovoltaica. Según los datos disponibles, el crecimiento de la generación de electricidad a partir de fuentes renovables parece haberse ralentizado a raíz de la pandemia. Pero hasta ahora parecen mantenerse mucho mejor que otros combustibles principales, como el carbón y el gas natural.
Eficiencia energética: la intensidad energética primaria a nivel mundial —un importante indicador de la intensidad del uso de la energía en la actividad económica en el mundo— mejoró en un 1,7 % en 2017. Se trata de un porcentaje mejor que la tasa promedio de avances de 1,3 % registrada entre 1990 y 2010, pero aún muy por debajo de la tasa objetivo original de 2,6 % y una marcada desaceleración con respecto a los dos años anteriores. Las mediciones específicas de la intensidad energética en diferentes sectores indican que las mejoras han sido más rápidas en los sectores de la industria y el transporte de pasajeros, superando el 2 % desde 2010. En los sectores de servicios y residencial, han promediado entre el 1,5 % y el 2 %. El transporte de mercancías y la agricultura han quedado ligeramente rezagados. El logro de la meta 7.3 del ODS 7 sobre eficiencia energética requerirá que el ritmo general de mejora se acelere significativamente hasta alrededor del 3 % anual entre 2017 y 2030. Sin embargo, estimaciones preliminares indican que la tasa se mantuvo muy por debajo de ese nivel en 2018 y 2019, lo que hace necesario un aumento aún mayor en los próximos años para alcanzar la meta del ODS 7.
Flujos financieros internacionales: los flujos financieros públicos internacionales para los países en desarrollo en apoyo de la energía no contaminante y renovable se han duplicado desde 2010, alcanzando USD 21 400 millones en 2017. Estos flujos ocultan importantes disparidades, ya que en 2017 solo el 12 % de ellos llegaron a los más necesitados (países menos adelantados y pequeños Estados insulares en desarrollo). Para acelerar el despliegue de la energía renovable en los países en desarrollo, se necesita una mayor cooperación internacional que incluya un compromiso más firme de los sectores público y privado, a fin de impulsar un aumento de los flujos financieros hacia los más necesitados, más aún en un mundo posterior a la COVID-19.
“La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve las profundas desigualdades que existen en todo el mundo en cuanto al acceso a una energía moderna, asequible y sostenible.La electricidad ha sido un pilar fundamental de la respuesta a la emergencia de salud pública en muchos países, pero cientos de millones de personas en todo el mundo todavía carecen de acceso básico a ella, la mayoría en África al sur del Sahara”, señaló el Dr. Fatih Birol, director ejecutivo del Organismo Internacional de Energía. “Incluso antes de la actual crisis sin precedentes, el mundo no estaba en vías de cumplir los objetivos principales en materia de energía sostenible.Ahora, es probable que sean aún más difíciles de lograr.Esto significa que debemos redoblar nuestros esfuerzos para llevar energía asequible, segura y más limpia a todos —especialmente en África al sur del Sahara, donde la necesidad es mayor— a fin de construir economías más prósperas y resilientes”.
“El acceso a energía segura es un elemento vital, especialmente en el contexto de la crisis provocada por la COVID-19.Es esencial no solo para prevenir y abordar la pandemia, sino también para acelerar la recuperación y reconstruir mejor, asegurando un futuro más sostenible y resiliente para todos”, dijo Riccardo Puliti, director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Energía e Industrias Extractivas del Banco Mundial y director regional de Infraestructura para África. “El informe proporciona datos y pruebas sólidas que justifican la necesidad de actuar ahora mismo, especialmente en África al sur del Sahara, donde, según la situación actual, 530 millones de personas —más del doble de la población de Nigeria— seguirán sin tener acceso a la electricidad en 2030”.
“La energía renovable es clave para lograr el ODS 7 y construir economías resilientes, equitativas y sostenibles en un mundo posterior a la COVID-19.Ahora más que nunca ha llegado el momento de una cooperación internacional audaz para subsanar la brecha de acceso a la energía y situar la energía sostenible en el centro de las medidas de estímulo económico y recuperación.La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) se ha comprometido a ampliar sus actividades con sus miembros y asociados de todo el mundo para canalizar las inversiones y orientar las intervenciones normativas en favor de un desarrollo sostenible para toda la humanidad”, afirmó Francesco La Camera, director general de IRENA.
“Este informe es una prueba ejemplar de cooperación entre los organismos responsables del ODS 7 para la presentación de datos y análisis exhaustivos, con el que se transmite un mensaje común sobre los avances realizados para garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos.Por lo que respecta a la situación actual, se llega a la conclusión de que la pandemia de COVID-19 puede ampliar las diferencias de acceso a la energía sostenible o acelerar la trayectoria hacia el logro del ODS 7, dependiendo principalmente de las prioridades de los paquetes de estímulo económico nacionales y de la respuesta mundial para apoyar a los más necesitados”, declaró Stefan Schweinfest, director de la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD).
“En estos momentos de crisis sanitaria mundial, proteger la salud de 3000 millones de personas sin soluciones de acceso a formas de cocinar limpias es más importante que nunca.Para proteger la salud de la población más vulnerable, los Gobiernos, las fundaciones, los donantes y el sector privado deben aunar sus fuerzas para acelerar la transición a tecnologías y combustibles no contaminantes y sostenibles”, concluyó la Dra. Naoko Yamamoto, subdirectora general de la División de Cobertura Sanitaria Universal/Poblaciones Más Saludables de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta es la sexta edición del informe, conocido anteriormente como Global Tracking Framework (Marco de seguimiento mundial). La versión de este año estuvo a cargo de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).
Los fondos para el informe fueron proporcionados por el Programa de Asistencia para la Gestión del Sector de la Energía (ESMAP) del Banco Mundial.
SDG7 Tracking – Energy Progress 2020
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