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Impacto del coronavirus en la industria naviera

Los buques parados se enfrentan a nuevos riesgos, advierte Allianz • La mayor interrupción y presiones económicas provocadas por la pandemia conlleva también graves implicaciones en materia de gestión de riesgos tanto para el sector naviero como para las aseguradoras • La pandemia de COVID-19 dificulta el relevo de tripulaciones, lo que da lugar a una mayor fatiga de los marineros, la principal causa de errores humanos a bordo • El retraso en las inspecciones y mantenimiento o el suministro de combustible puede afectar a la seguridad técnica.

Las restricciones impuestas en las cadenas de suministro y los viajes internacionales como consecuencia del brote de coronavirus tienen graves implicaciones para el sector naviero. Aunque la amenaza de los peligros que normalmente enfrentan los buques en alta mar se ha reducido en muchos casos por el creciente número de buques fondeados en espera o en hibernación, nuevos riesgos han venido a sustituirlos como pone de manifiesto la última publicación de Allianz Global Corporate & Specialty (AGCS): Seguridad de activos marítimos: a remolque de la pandemia.

«La mayor interrupción y presiones económicas provocadas por la pandemia conlleva también graves implicaciones en materia de gestión de riesgos tanto para el sector naviero como para las aseguradoras», afirma el capitán Rahul Khanna, director general de Consultoría de Riesgos Marítimos en AGCS.

Si no se gestiona adecuadamente la inactividad de los buques, incluyendo su mantenimiento periódico, pueden surgir problemas cuando el buque esté listo para volver a navegar. El relevo de tripulaciones es cada vez más difícil por las restricciones de viaje, lo que significa tripulaciones más cansadas, que es una de las principales causas de error humano a bordo. El retraso en las revisiones e inspecciones, tanto de buques como de equipos de emergencia, puede llevar a que no se detecten problemas, en tanto que la interrupción de las cadenas suministro entraña plazos mayores para el suministro de combustibles y consumibles, lo que puede dar lugar a daños en las máquinas si no se utilizan las alternativas adecuadas. Simultáneamente, el creciente recurso a pilotos en remoto –para proteger a las tripulaciones del riesgo de infección– también puede afectar a la navegación segura de los buques.

Creciente número de buques en hibernación

Aunque los buques siguen activos durante la pandemia de coronavirus, muchos se han visto afectados, lo que implica que muchos sean improductivos. Se considera que un buque está hibernando cuando se haya retirado de explotación y esté fondeado en un lugar fijo durante un plazo considerable sin desarrollar actividad comercial alguna. En la llamada hibernación en caliente, el buque conserva la tripulación a bordo y puede reanudar la navegación con relativa rapidez. En la hibernación en frío, se mantiene la tripulación mínima necesaria para el mantenimiento, pero se apagan la mayor parte de los sistemas del buque. La reactivación de un buque puede llevar tiempo, ya que exige pruebas exhaustivas para garantizar su seguridad, y puede ser costosa, varios millones de dólares en el peor de los casos.

«Una hibernación no prevista puede dar lugar a un largo proceso de puesta en funcionamiento, que puede prolongarse durante meses e incluso exigir el atraque del buque. Para garantizar la seguridad del buque tanto durante su inactividad como en la posterior puesta de nuevo en explotación, es fundamental contar con una planificación exhaustiva que incluya la evaluación de riesgos, incluidos los de almacenamiento e hibernación», explica Khanna.

Para dicha planificación, se anima a los propietarios de buques a hacer uso de las guías y listas de comprobación facilitadas por las sociedades de clasificación. El plan de hibernación debería ofrecer una descripción clara de los riesgos específicos de la ubicación y el tipo de buque como, por ejemplo, la exposición a tormentas; ya hay informes de un considerable número de grandes cruceros en hibernación temporal frente a la costa este de los Estados Unidos, donde el inicio de la temporada de huracanes en el Atlántico norte puede suponer un riesgo potencial si estos buques no pueden ser puestos rápidamente a resguardo. El mantenimiento de la maquinaria y los equipos náuticos principales, las disposiciones contraincendios y la disponibilidad de remolcadores en caso de necesidad deberían igualmente figurar entre los aspectos que se deben considerar en el plan.

El relevo de tripulaciones, un problema

Las restricciones de viaje impuestas por la pandemia de coronavirus han dificultado el relevo de tripulaciones en los buques. Con el cierre de fronteras, las posibilidades de repatriación se han visto limitadas y, en muchos casos, las tripulaciones han seguido trabajando a bordo más tiempo de lo normal. Los tiempos más largos de servicio, combinados con la preocupación por sus familias, pueden ser causa de fatiga física y mental de los marineros. Se estima que entre el 75 y el 96 % de los accidentes marítimos puede atribuirse a errores humanos, y la fatiga es una de las principales causas.

«El ajuste de las horas de trabajo y descanso permite una gestión eficaz de la fatiga», afirma el capitán Nitin Chopra, consultor jefe de Riesgos Marítimos en AGCS. «En algunos casos, la contratación de marineros locales puede ser una opción».

Retrasos en reconocimientos, inspecciones y revisiones de equipos de emergencia

Las sociedades de clasificación están teniendo problemas para organizar la asistencia a inspecciones programadas, lo que afecta a la validez de las clasificaciones y a la certificación legal de los buques. La revisión de equipos críticos puede no producirse, en algunos buques, con la frecuencia programada por la imposibilidad de que los correspondientes ingenieros estén presentes. La escasez de mano de obra y la aplicación de medidas de distanciamiento social en los astilleros está causando retrasos. Se prevé una reducción en el número de inspecciones de control del estado rector del puerto como consecuencia de las restricciones en vigor, lo que puede dar lugar a que no se detecten prácticas y situaciones contrarias a la seguridad a bordo.

«El riesgo resultante del retraso en la revisión de los equipos de emergencia (por ejemplo, los dispositivos contraincendios) va a exigir la puesta en práctica de medidas adicionales de control», afirma Chopra.

El informe destaca, entre otros, los siguientes desafíos para el sector naviero:

  • La interrupción de las cadenas de suministro entraña plazos mayores para el suministro de combustibles y consumibles, lo que puede dar lugar a daños en las máquinas si no se utilizan las alternativas adecuadas.
  • El creciente recurso a pilotos en remoto –para proteger a las tripulaciones del riesgo de infección– también puede entrañar un mayor riesgo para la navegación segura de los buques.
  • La restricción de los servicios de mensajería en numerosas regiones hace que resulte imposible enviar muestras de combustible a laboratorios en tierra para su análisis. Este hecho puede llevar a la utilización de combustibles de caldera sin que medie el correspondiente análisis, lo que incrementa el riesgo de daños en las máquinas.

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