Opinión • Daniel Lauria
Que el aparente punto de discordia para avanzar en el nombramiento del Director del Teatro Principal de Alicante sea la obligatoriedad o no de que la persona designada sea valenciano-parlante parece un chiste de mal gusto.
La provincia de Alicante se encuentra casi de continuo resignada a sufrir retrasos en numerosas decisiones que afectan a la proyección de la ciudad. Y en el caso del Teatro Principal, lo que entendemos debería preocupar al Conseller Marzá es que se hable valenciano en el escenario, mucho más que en los despachos.
Si realmente él quiere promover la utilización de la lengua vernácula —cosa que apoyamos de viva voz— encontramos formas y métodos menos coercitivos que imponer por vía contractual el uso de una lengua.
Sobre el Teatro Principal, por ejemplo, en lugar de pretender que el Director sea valenciano-parlante, debería estructurarse una progresión de obras programadas en valenciano, en castellano y en otras lenguas. Y así llegar a tener un programa anual donde no menos del 35-40% de obras sean en valenciano y otro tanto para el castellano. Y apostar también por obras en inglés y en otras lenguas.
De esta forma, la producción teatral en valenciano, que es potente pero que en Alicante capital se concentra prácticamente en el Teatro Arniches, de menor aforo que el Principal, encontraría un canal de salida espectacular para la promoción de estas compañías. El Principal permite escenografías y coreografías mucho más variadas que el Arniches.
Ya fueran obras originales en valenciano o adaptaciones de obras escritas en otras lenguas, sería una oportunidad ideal para vertebrar el uso del valenciano a través de un acto cultural.
Si el Director del Teatro habla o no valenciano es lo de menos. El público, la ciudadanía, vive y percibe lo que se desgrana sobre el escenario. Ni siquiera sabe dónde queda el despacho del Director del Teatro para ir a hablar en valenciano con él.
Más cultura en valenciano y menos burocracia es lo que deseamos. •
Territorio valenciano
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